El
presente aquí y ahora es lo inmediato,
lo objetivo, lo que puedo hacer concretamente, es decir, lo que llevo a cabo
por medio de la ocupación o acción o darme cuenta.
Desde la interioridad del ser
objetivo me da claridad, sabiduría, acción
concreta, tolerancia hacia la actitud del otro, comprensión, compasión,
discernimiento, lucidez, aceptación de lo que es, y no preocupación.
Habitualmente vivimos desde
la subjetividad, diluidos entre el sufrimiento y los temores que
nos preocupan. No vemos mas salida que merodear en la mente con el problema,
en lugar de resolverlo. De este modo
exageramos el perfil negativo de los acontecimientos, personas o cosas.
Nos preocupamos por controlarlo
todo desde nuestras mentes pero, la fuerza del subconsciente
no cesa de pujar, y es aquí que comienza un nuevo desequilibrio que no
podemos explicar. Despertamos así los
fantasmas del miedo, el sufrimiento, el menosprecio, la desvalorización propia
o ajena, las exigencias... y digo fantasmas porque solo existen en nuestras
mentes. Como consecuencia proyectamos
estos temores, producto de nuestra propia inseguridad, en los acontecimientos
de nuestra vida, volviéndonos rigurosamente obsesivos para, en algún momento, darnos
cuenta que “estamos vivos”.
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