Cuando se presenta un problema real,
puedo enfrentarlo si pongo en claro lo que siento y lo que quiero hacer. Si
entro en conflicto, mi energía se divide, entra en oposición entre los
sentimientos, deseos y fantasía.
Por lo tanto el primer paso es
preguntarme ¿es mi problema real, o es un estado emocional confuso, de enojo o
resistencias que me paraliza? ¿Quién no
me deja avanzar?
Si creo que mi conflicto es externo o
con alguien, puedo hacer muy poco, porque solo dirijo la atención hacia el
exterior, culpando hacia fuera, lamentándome o destruyendo.
Puede ser que una persona o
circunstancias de la vida provocaron esta situación; pero esperar que ella
cambie o que las cosas no sean así, no es posible porque tal vez el
otro no registre el problema o no tenga la capacidad de hacerlo. Lo que puedo
hacer, es darme cuenta lo que si
depende de mí.
Cuando reconozco que el conflicto está
dentro mío, entonces puedo responsabilizarme y puedo comenzar a diferenciar
entre lo que es mío y lo que es del exterior. Puedo diferenciar las partes
conflictivas, identificarme con ellas y aprender. La solución del conflicto libera la energía que se
bloquea ente dos lados opuestos, y esta energía nos vuelve más vitales y
claros.
Lo primero es DARME CUENTA que sucede
en mi, luego DARME CUENTA hacia fuera y aprovechar esta energía para la
resolución del problema, poniéndome en contacto con la realidad que fluye,
viviendo los acontecimientos tal como son en la realidad.
Este DARME CUENTA no puede ser inventado, ni
forzado, sino que se sucede cuando nos identificamos con ambos lados del
conflicto y nos damos cuenta. (
Stevens, 1981)
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